viernes, 26 de noviembre de 2010

¡TERMINEMOS CON LA VIDA, pero…preservemos la identidad…!


(viñeta cortesía de danilovandoDISEÑO)

Por: Danilo Ovando

En este día leí una nota en el periódico que me hizo corto circuito neuronal. Resulta que un joven menor de 20 años, fue sentenciado a la pena capital en Japón, luego de declarársele culpable del homicidio de su novia, una amiga de ella y causar heridas a otra persona que no recuerdo en detalle quién era. Lo anterior sucedido a principios del 2010 en Miyagi, prefectura ubicada en una isla al norte de Japón de nombre Honshu y durante un período de libertad condicional.

Esta será, la primera vez que se aplique la pena capital a un menor. Una terna de jueces de profesión y media docena de otros que conforman un Jurado Popular llegaron a la Terminal decisión en la corte del Distrito de Sendai.

Esta sentencia sucede a otra dictaminada la semana anterior por la Corte del Distrito Yokohama en la que se determinó la muerte de un hombre de 32 años culpable, según esta figura de jurado popular vigente desde el año 2009, por habérsele encontrado culpable del homicidio brutal de dos varones en el curso del año pasado.

Fue el Juez Presidente Nobuyuki Suzuki quien leyó la sentencia al declararlo culpable del asesinato con arma blanca de su ex novia Mika Nambu de escasos 20 años de edad y de su amiga Mikako Omori de 18, además de haber herido a otro hombre que se encontraba en el lugar de los hechos el 10 de Febrero de este año en Ishinomaki.

Terminan las notas periodísticas aclarando que por ser un menor el inculpado…
¡¡¡¡¡ Se reserva de manera confidencial su nombre…!!!!

Y bueno, ante este panorama que a mi juicio luce del todo irracional, podríamos preguntarnos ¿Qué más da que se de a conocer el nombre? ¿Qué derecho podría violentarse sobre la identidad del joven asesino, si será privado del derecho a la vida?
Y conste que no es un alegato en defensa del joven cuyo nombre se quiere proteger, y cuyo cuerpo será colgado sin testigos, sino un argumento de lógica elemental. Claro, desde mi muy personal punto de vista. Pero finalmente, así son las leyes de los hombres, y por ello es mejor considerar lo que Dios nos enseña en su palabra por boca del Apóstol Pablo en su carta a los creyentes de la Ciudad de Roma del primer siglo de nuestra era, cuando les instruye en el porqué existen las autoridades humanas, y les aclara que éstas están puestas para infundir temor a quienes hacen lo malo, y que si nosotros, gente común, no queremos vernos en temor por causa de la autoridad, que simple y sencillamente hagamos lo bueno y que hablemos con Dios a favor de cada autoridad superior para poder vivir quieta y reposadamente.

Hubiera sido bueno, que el joven cuya identidad se omite por derecho, hubiese tenido el derecho a la oportunidad de escuchar ese consejo aquí referido, y así pudiese haber pensado dos veces las cosas antes de hundir la filosa hoja de su arma para segar la vida de las dos jóvenes cuyos nombres sí se divulgaron, pienso yo, porque ya no tenían derechos que reclamar a sus autoridades… En todo esto, la única conclusión a la que me es posible llegar es: ¡Terminemos con la vida de este joven pero…observemos su derecho de guardar su identidad…!!! Así pues, o se da a conocer el nombre del futuro occiso toda vez que sea bajado de la horca, o lamento decirles que su lápida carecerá de identidad…